miércoles, 27 de febrero de 2013

Metz, 27 de febrero


La ventana de Saulcy
                                       
                                       

8’00 h. Me despierto desconcertada, hago cuatro cosas a la vez y ninguna, como es posible que en un espacio tan pequeño me mueva tanto. Me visto y salgo a la calle a desayunar.
Confiterie Namur, exquisito café “olé” y croissant, pero ¿qué veo?, la camarera en cuclillas barriendo el suelo con un cepillito y recogedor enanos, ah, ¿pero es que aquí no están más avanzados que nosotros? La miro con algo de pena, yo en Sevilla tengo el palo de la escoba largo y los tenemos hasta telescópicos. ¡No te digo!

¡Qué horror barrer así!


















Mido en tiempo la distancia desde la isla de Saulcy a mi apartamento de Rue au Blé donde me instalaré. Sopeso el tiempo añadiendo el extra que tendré que sumar del arrastre de la maletita y el mochilón a la espalda con ordenador incluido (gracias Josi).
12’45 h. Quedo con Manon Carre. Apartamento delicioso, al lado de la catedral.
Hablamos sobre cosas y le comento algo de lo que quiero hacer aquí para después trabajarlo en Sevilla, ella por su trabajo tiene contactos con galerías de arte de aquí, ya veremos, si me siguen quitando sueldo veo difícil el desplazamiento.
Ser artista de provincias es lo que tiene.
¡Uf, qué largo! Abrevio: Me instalo, supermercado, como, ducha, salgo cual paquete con gorro, guantes, ropa interior termonosequé y me topo con un frío glacial del que no me puedo quejar en absoluto porque este frío me lo he puesto por gusto, así que por la orillita del río Mosela paseo con mi “cuchara” y la cámara. Al menos hago las primeras fotos de trabajo.
Se hace de noche, la nariz carámbano, me prometo salir mañana más temprano.
                          

Mi cuchara con el Temple Neuf al fondo
Hasta mañana,

Carmen



Metz, 26 de febrero





6’45 h. Sevilla-Paris. 13’40 h. Paris-Metz. Embarco por los pelos, responsable el cafetito con Antonio. Paris desde el aire nevado.

Cuaderno aún en blanco

Creí que me sentiría más nerviosa, verdaderamente las cosas son más fáciles cuando nos enfrentamos a ellas que cuando las imaginamos.
Escribo y pienso si esto del blog es una buena idea, y me asalta el topicazo ¿a quién le interesa?
Ya he escrito varias frases y borrado pulsando insistentemente el cursor hacia atrás, pienso en Hipólito, ay, ay las faltas de ortografía que se me cuelan ¡qué miedo! Acto seguido Internet y diccionario, aún así sé que meteré la pata.

Dejar un tiempo a la España con ñ de las indemnizaciones diferidas y simuladas creo que es toda una proeza,  ahora que gano menos me cojo un mes sin sueldo, desde luego siempre a contracorriente.




La escalera de Amelie




Primer error de la viajera: cargar en la maleta más de lo imprescindible pensando siempre que funcionaran las escaleras mecánicas y los ascensores, pues no, y delante de una larguísima escalera desmecanizada recuerda su operación de tres hernias el año pasado y el cayo en el supraespinoso del brazo derecho y sin nadie que me saque del trance. Subir las tres plantas de la Residencia de Saulcy la puntilla.






17’00 h. Dejo la maleta en el suelo, me tiro en la cama y pierdo el conocimiento hasta que suena el móvil. La breve cena me la salvo una cervecita Left.


Camino de Metz en el TGV














Hasta mañana,

Carmen